Angelica Ponce

El MAS y la Traición a las Bases: Cuando el Socialismo Boliviano Se Convierte en un Instrumento de Poder

El Movimiento al Socialismo (MAS), conocido como el "instrumento político" de Bolivia, nació como un faro de esperanza para dar voz y representación a los sectores más marginados: campesinos, indígenas, trabajadores y mujeres que históricamente fueron excluidos del poder político. Sin embargo, las recientes denuncias de dirigentes como Angélica Ponce, Rolando Cuéllar, Héctor Arce y Jerges Mercado revelan una realidad alarmante: el MAS, creado para empoderar a los no representados, se ha transformado en un vehículo para que líderes y sus allegados consoliden poder personal, traicionando a las bases que lo construyeron y pisoteando a los más pobres. Este artículo analiza el origen del MAS, las acusaciones de las bases contra las prácticas antidemocráticas de sus líderes, la pobre gestión económica de Luis Arce Catacora que agrava la crisis, y los desafíos de implementar el socialismo en América Latina, donde el estatismo a menudo deriva en autoritarismo.

El Nacimiento del MAS: Un Instrumento para los No Representados

El MAS surgió en 1995 como una respuesta orgánica de los movimientos sociales para dar representación a las personas que no tenían voz en la política boliviana: comunidades indígenas, campesinas y trabajadoras que buscaban participar en la construcción de un país próspero e inclusivo. Lejos de ser una lucha contra una ideología específica, el MAS se fundó para garantizar que los más pobres tuvieran un espacio en la toma de decisiones, promoviendo un Estado plurinacional que priorizara la justicia social y la participación democrática. Organizaciones como la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia y las mujeres interculturales fueron pilares en este proceso, articulando las demandas de las bases a través de marchas, asambleas y congresos.

Angélica Ponce, una de las fundadoras del MAS, recuerda su compromiso con esta causa: “He estado siempre con las bases, caminando”. Su testimonio refleja el espíritu original del MAS: un instrumento político al servicio del pueblo, donde las decisiones debían emanar de las comunidades, no de élites políticas. El objetivo era claro: empoderar a los no representados para que pudieran incidir en el rumbo de Bolivia, construyendo un futuro más justo y equitativo.

Denuncias de las Bases: El Dedazo y la Traición al Pueblo

Hoy, sin embargo, las bases del MAS denuncian que ese espíritu fundacional ha sido traicionado. Angélica Ponce, actual directora de la Autoridad Plurinacional de la Madre Tierra, ha acusado al presidente Luis Arce Catacora de imponer a Eduardo del Castillo como candidato presidencial mediante el “dedazo”, una práctica autoritaria que ignora las decisiones democráticas de las bases. “Evo Morales con su dedo trajo a Lucho, y Lucho puso a dedo a Eduardo del Castillo. No sé para qué dicen ‘hagamos la reconstrucción del MAS para las bases’ cuando el dedo sigue reinando”, afirmó Ponce, expresando la indignación de quienes ven cómo los líderes priorizan sus intereses sobre los del pueblo.

Ponce, respaldada por organizaciones sociales de los nueve departamentos, lamenta que el MAS se haya convertido en un espacio donde los dirigentes y sus aliados cercanos se benefician de candidaturas y posiciones de poder, dejando de lado a las bases que han sacrificado vidas y familias por el proceso de cambio. “He perdido un tío y un primo. He visto a mis sobrinos crecer sin su padre, y realmente a nosotros nos indigna. Nuestra lucha ha sido de nada”, expresó, subrayando el dolor de quienes han dado todo por el partido solo para ser ignorados. La dirigente también denuncia amenazas para silenciarla, asegurando que “ya están preparando para alejarme o congelarme”, pero reafirma su compromiso con las bases, convocándolas a reconstruir el MAS desde abajo.

Otros dirigentes refuerzan estas acusaciones. El diputado Rolando Cuéllar exige la renuncia de Del Castillo, acusándolo de ser un “oportunista” sin militancia en el MAS y de representar intereses capitalistas que contradicen la ideología socialista del partido. Héctor Arce, por su parte, califica la designación de Del Castillo como un “show” y critica que Arce busque un escaño en el Senado por La Paz para protegerse de acusaciones de corrupción, una maniobra que percibe como cínica. Jerges Mercado, otro diputado arcista, denuncia “dedazos y billetazos” en la elección de candidatos, lamentando que líderes orgánicos como él, Yali Montenegro y Angélica Ponce no fueran considerados para el binomio presidencial. “No se ha respetado lo orgánico, no se ha respetado la democracia interna”, afirmó Mercado, convocando a las bases a mantenerse vigilantes.

Estas denuncias revelan que el MAS, concebido como un instrumento para los no representados, se ha convertido en una herramienta para que los líderes y sus amigos consoliden poder, traicionando a los más pobres que depositaron su fe en el proceso de cambio. La designación de candidatos sin trayectoria, como Del Castillo, y la candidatura de Arce al Senado sugieren una estrategia para garantizar inmunidad y perpetuarse en el poder, en detrimento de las bases.

La Pobre Gestión de Luis Arce: Una Crisis que Golpea a los Más Pobres

La indignación de las bases se ve agravada por la desastrosa gestión económica del gobierno de Luis Arce Catacora, que ha profundizado la crisis en Bolivia y afectado directamente a los sectores más vulnerables. La escasez de combustibles, como gasolina y diésel, ha generado largas filas en los surtidores, afectando tanto a los transportistas como a los ciudadanos comunes que dependen de la movilidad para trabajar. Los precios de los productos básicos han escalado dramáticamente, haciendo insostenible el costo de vida para los comerciantes y las familias humildes. En los mercados, como la feria de Uyustus en La Paz, los gremiales han cerrado sus puestos y declarado un “duelo por la economía”, simbolizando la “muerte” del boliviano con crespones negros.

El tipo de cambio oficial del dólar, fijado en 6.96 bolivianos por el Banco Central de Bolivia, es una ficción frente al mercado paralelo, donde un dólar puede costar entre 15 y 20 bolivianos. Esta disparidad ha disparado los costos de importación y alimentado la especulación, golpeando a los pequeños comerciantes y consumidores. “La moneda boliviana ha muerto, 1985-2025”, rezan los carteles en La Paz, reflejando la desesperación de quienes ven sus negocios colapsar. Los gremiales denuncian que las ventas han caído tanto que ya no pueden pagar alquileres, y la falta de dólares en el mercado formal ha paralizado el comercio. Esta crisis, según los críticos, es el resultado de una gestión económica errática que ha exprimido los recursos naturales, como el gas y el petróleo, sin un plan sostenible, dejando a los más pobres en una situación de abandono y desesperanza.

El Socialismo en América Latina: Un Ideal Difícil de Concretar

La crisis del MAS refleja un problema más amplio en América Latina: la dificultad de implementar el socialismo, particularmente en su variante estatista, sin caer en prácticas autoritarias o clientelistas. En teoría, el socialismo busca redistribuir la riqueza y garantizar derechos sociales para los más desfavorecidos. Sin embargo, en países como Cuba, Venezuela y Nicaragua, los intentos de aplicar este modelo han derivado en sistemas donde el Estado concentra poder, restringe libertades y perpetúa la pobreza en lugar de combatirla.

  • Cuba: Desde 1959, el gobierno cubano ha prometido igualdad social, pero la centralización económica ha generado escasez crónica y una élite política que vive mejor que la población general, traicionando los ideales revolucionarios.

  • Venezuela: El socialismo del siglo XXI de Hugo Chávez y Nicolás Maduro prometió empoderar a los pobres, pero la corrupción, la mala gestión y la represión han desencadenado una crisis económica con hiperinflación y migración masiva, dejando a las bases en la miseria.

  • Nicaragua: Daniel Ortega ha utilizado el discurso socialista para justificar un régimen autoritario que reprime a la oposición y manipula elecciones, mientras las desigualdades persisten.

En Bolivia, el MAS prometió un socialismo comunitario basado en principios indígenas de reciprocidad y justicia social. Sin embargo, las denuncias de las bases sugieren que el partido ha seguido un camino similar, donde el discurso socialista legitima el poder de una élite que cooptó los objetivos del instrumento político, dejando de lado a los más pobres.

La Voz de las Bases: Un Llamado a la Reconstrucción

A pesar de las traiciones y la crisis económica, las bases del MAS no se rinden. Angélica Ponce, con 30 años de trayectoria sindical, insiste en que el instrumento político pertenece al pueblo, no a unos pocos líderes. “Soy una mujer fundadora. Este instrumento no es de unas cuantas personas. Lo dije a Evo y se lo digo a Lucho: se han equivocado totalmente”, afirmó, convocando a las bases a recuperar el MAS desde abajo. Jerges Mercado subraya que la lucha no es por cargos, sino por principios, y llama a salvar el proceso de cambio para evitar el retorno de una derecha “vendepatria”. Estas voces reflejan la indignación de un pueblo que siente que su lucha ha sido devaluada, pero también su determinación para reconstruir un MAS que vuelva a representar a los no representados.

Conclusión

El MAS nació para dar voz a los sectores marginados de Bolivia, buscando su participación en un país próspero e inclusivo. Sin embargo, las denuncias de las bases revelan que el partido ha sido secuestrado por líderes que priorizan sus intereses, traicionando a los más pobres. La pobre gestión de Luis Arce, con escasez de combustibles, aumento de precios y una crisis cambiaria, agrava el descontento, golpeando a quienes el MAS prometió proteger. La experiencia de Cuba, Venezuela y Nicaragua muestra que el socialismo estatista en América Latina a menudo deriva en autoritarismo, pero en Bolivia, la esperanza reside en las bases, que, con su indignación y compromiso, buscan recuperar el instrumento político para que vuelva a ser un vehículo de justicia y representación para los más humildes.